Nombre / latín
Tomate / Solanum lycopersicum
Variedades
El tomate presenta multitud de variedades y solo en España los agricultores pueden elegir entre 300 tipos diferentes de semillas. Si los ordenamos por sus formas encontraremos:
Asimismo, los tamaños también son muy diversos, yendo de los 1 y 2 centímetros de las variedades de tomate cherry, a los 10 centímetros de diámetro que pueden alcanzar los tomates de la variedad beefsteak.
Si nos fijamos en el color, además de los rojos, encontraremos variedades como:
Origen
El tomate es originario de Centroamérica y del oeste de América del Sur. Al principio eran pequeños, como los tomates cherry, y lo más probable es que fueran de color amarillo en vez de rojo. Los aztecas lo conocían como xīctomatl, fruto con ombligo, y utilizaban esta fruta en su cocina. Se estima que en el año 500 a.C. ya estaba siendo cultivado en el sur de México y, seguramente, en otras áreas de Mesoamérica.
Se cree que el conquistador Hernán Cortés fue el que introdujo el tomate pequeño y amarillo en Europa, después de haber conquistado la ciudad azteca de Tenochtitlán, conocida hoy como Ciudad de México, en 1521. En la literatura europea, la primera referencia al tomate apareció en un libro de hierbas escrito en el año 1544 por Pietro Andrea Mattioli, un médico y botánico italiano, quien escribió sobre la existencia de un nuevo tipo de berenjena, que era “de color rojo sangre o color dorado cuando está maduro” y que podía ser “dividida en segmentos y comerse como una berenjena”, es decir, cocinado y condimentado con sal, pimienta negra y aceite. Sin embargo no fue hasta diez años después que los tomates fueron nombrados Pomo d'oro o manzana de oro y de aquí el nombre de hoy en día de pomodoro.
En Gran Bretaña, el tomate se comenzó a cultivar a principios del año 1590. Uno de los primeros cultivadores fue John Gerard, un peluquero-cirujano. Su titulado Hierbas fue publicado en el año 1597 y es una de las referencias más antiguas del tomate en Inglaterra. Gerard supo que el tomate se consumía tanto en España como en Italia. Sin embargo, él afirmaba que era tóxico asegurando que “las hojas y los tallos del tomate contienen glicoalcaloides tóxicos”. Los puntos de vista de Gerard eran influyentes y el tomate se consideró no apto para ser consumido durante muchos años en Gran Bretaña y sus colonias norteamericanas. Aun así, en el siglo XVIII el tomate ya se consumía extensamente en las islas y, antes del fin de ese siglo, la Enciclopedia Británica indicó que el tomate era “apto y de uso diario” en sopas, caldos y aderezos.
Valor nutricional y propiedades
Aunque a menudo se le considera verdura, el tomate en realidad es una fruta baja en calorías, cuyo mayor contenido es agua (alrededor del 90%). De lo restante, está formado por un 74% de hidratos de carbono, un 18% de proteínas y un 8% de grasas. Pero lo que más destaca es su rico aporte en vitamina C y carotenos, que le dan propiedades antioxidantes. Además, también contiene vitamina A y a nivel de minerales aporta, sobre todo, potasio, magnesio, calcio, y sodio.
El tomate también es rico en fibra, lo cual le da propiedades saciantes a la vez que contribuye a la absorción de agua, al tránsito intestinal y permite eliminar el colesterol.
Usos culinarios. Qué hacer con el tomate
Con el tomate se puede cocinar de todo y se puede comer tanto en crudo como cocinado.
En crudo es mejor elegir variedades carnosas para ensaladas. También es el ingrediente central de sopas frías, como el gazpacho o el salmorejo, y de zumos. Existen variedades específicas en rama, normalmente de fruto pequeño y jugoso, para la elaboración del típico pan con tomate catalán.
En ensaladas también se puede emplear tomate seco o deshidratado, acompañado de quesos potentes de sabor, como el parmesano. Este tomate desecado también se puede incorporar en guisos, teniendo en cuenta que su sabor siempre será más intenso.
El tomate es protagonista en numerosos sofritos para arroces, guisos, etc. Y, sin duda, también es la estrella de numerosas salsas partiendo de la salsa madre pomodoro. Asimismo se pueden hacer deliciosas mermeladas de tomate.
Cómo conservar el tomate
Dependiendo del tipo de tomate frente al que nos encontremos, se conservará de una u otra forma:
Conservar tomates maduros
Para preservar los tomates maduros y frescos, el mejor truco es mantenerlos a temperatura ambiente. No es recomendable meterlos en la nevera, ya que perderán su sabor y textura por lo que, ¡no tardes mucho en consumirlos!
Para ello, evita que les llegue luz directa del sol y colócalos con el tallo hacia arriba, así evitarás que se reblandezcan.
Conservar tomates verdes
Para preservarlos durante más tiempo, coloca los tomates con el tallo hacia abajo dentro de una caja de cartón cubierta con periódico y en un lugar fresco, pero no en la nevera, hasta que los tomates se vuelvan rojos y maduren.
Otro método para conservarlos es colocarlos, con el tallo hacia abajo, dentro de una bolsa de papel. Si quieres acelerar su maduración, guarda con ellos una manzana madura. Una vez los tomates verdes sean completamente rojos, puedes conservarlos siguiendo las técnicas de los tomates maduros.
Conservar tomates pasados
Cuando los tomates están algo pasados es el momento de conservarlos en la nevera. Pero ¿cómo saber si el tomate está pasado? Observaremos que su color es muy rojo y que la textura de su carne es más suave de lo normal. Es conveniente colocarlos en una bolsa de papel o plástico, pero recuerda sacar los tomates de la nevera al menos una hora antes de cocinarlos o comerlos. De este modo ayudarás a que recuperen la temperatura ambiente y, con ella, su sabor.
Una manera fácil para preservar todas las cualidades del tomate es congelarlo. Así, conservará el sabor fresco y todos sus nutrientes. Puedes hacer sopas y salsas o bien añadirlo a tus platos de pasta con tomate frito. Antes de congelarlos es conveniente que los peles o los escaldes.
Conservar tomates: salsas y conservas
Hacer conservas caseras con el tomate es muy sencillo, pudiendo hacer también mermeladas o confituras o bien envasar los tomates fritos o al natural. Si decides conservarlos al natural deben estar muy maduros y es recomendable que los peles antes. Si prefieres freír el tomate, procura cortarlo en trozos y ponerlo en una sartén para que elimine líquidos. Después, cuando observes que se espesan, añade a la cazuela aceite, pimienta y sal – al gusto – y déjalos freír durante 10 minutos más.
En los dos casos puedes conservar el tomate en tarros cerrados herméticamente. Para ello, hiérvelo al baño María durante 20 minutos más.
Su mejor temporada
La mejor época para consumirlos es de agosto a octubre.
Curiosidades