Coliflor / Brassica oleracea
La coliflor es una inflorescencia de forma redondeada, carnosa y de gran tamaño. Pertenece a la familia de las Crucíferas, que engloba más de 300 géneros y unas 3.000 especies. El término Brassica, género al que pertenecen, es el nombre latino de las coles. Dentro de dicha familia se encuentran otras muchas variedades como: brócoli, col blanca o repollo, col lombarda, coliflor, nabo, rábano, etc.
Existen aproximadamente más de 3.000 especies, pero en la actualidad son tres las variedades que más se conocen:
La coliflor es una verdura procedente de las regiones del Mediterráneo oriental, en concreto del cercano oriente: Asia Menor, Líbano y Siria.
En la Antigüedad no era consumida como alimento, pero se utilizaba para tratar algunas enfermedades como el dolor de cabeza o la diarrea.
Los romanos fueron los primeros en cultivar la coliflor. Desde Italia se extendió al Mediterráneo, gracias a las relaciones comerciales que tuvieron lugar en aquella época. Fue en el siglo XVI cuando su cultivo llegó a Francia e Inglaterra. En el siglo XVII la coliflor ya se cultivaba en la mayor parte de Europa y no fue hasta el siglo XVIII cuando llegó a España.
El principal componente de la coliflor es el agua lo que, unido a un escaso contenido en hidratos de carbono, proteínas y grasas, la convierte en un alimento de escaso aporte calórico. Por ello, suele estar presente en casi todas las dietas para adelgazar.
También presenta grandes cantidades de folatos y vitaminas B6 y C, así como B1, B2 y B3. También contiene altos porcentajes de potasio y fósforo. Los folatos favorecen la producción de glóbulos blancos y glóbulos rojos, así como la formación de anticuerpos del sistema inmunitario. La vitamina C, por otro lado, confiere a la coliflor un alto valor antioxidante, además de favorecer la absorción del hierro.
Otra de las excelencias de la coliflor es su condición de alimento tremendamente diurético. La eliminación del exceso de líquidos lleva implícita, además, la de sustancias como el ácido úrico y la urea, cuya retención suele acarrear serios problemas de salud.
Se trata de una hortaliza muy versátil a la hora de cocinarla y puede servirse hervida, estofada, gratinada, escabechada, etc.
Si la preparamos al vapor, en cuyo caso suele tener un olor desagradable, te recomendamos añadir al agua unas gotas de zumo de limón.
Para que aguante más tiempo, lo mejor es conservar la coliflor en la nevera, envuelta en una bolsa de plástico perforada. De este modo puede conservar sus cualidades nutricionales durante más tiempo. Te aconsejamos no lavarla hasta el momento en el que vaya a ser consumida.
La coliflor también se puede congelar, pero para ello lo mejor es separarla en pequeños arbolitos, escaldarlos durante unos minutos en agua hirviendo y enfriar con hielos.
Su mejor época es entre los meses de septiembre y enero.
La coliflor es una planta de épocas frías.
Riego: el cultivo de la coliflor requiere de una humedad permanente. Cuando forman la inflorescencia, no conviene regarlas por encima. Lo ideal es el uso de riego por goteo.
Requiere aporte de compost descompuesto.
Suelo: neutro, bien mullido y abonado. Con humedad regular en todo el ciclo de cultivo.
Sus variedades:
Variedad de verano-otoño: la siembra se realiza de enero a marzo en semillero protegido.
Variedad de otoño a invierno: se siembra en semillero al aire libre de mayo a junio.
Variedad de invierno-primavera: siembra en semillero al aire libre de julio a septiembre.
Se trasplantan cuando tienen de tres a cinco hojas. Al plantarla, enterramos las raíces y el tallo hasta la base de las primeras hojas. Cuando llega el invierno hay que atar las hojas para proteger el cogollo.
Recolección: elegir cogollos pequeños y blancos, antes de que se pongan amarillos. Cuando se cogen, pueden guardarse en el frigorífico durante una semana o se pueden guardar en un lugar fresco y bien ventilado, boca abajo, durante tres semanas.